«Por un puñado de dólares»

Tomamos el título de una famosa película para disertar un poco sobre una de las mayores angustias de la vida nacional: la relación de nuestro país con la moneda estadounidense.

Y esto viene a propósito de las declaraciones de la vicepresidente Delcy Rodríguez, quien recientemente  aseguró que dolarizar a Venezuela “sería el peor error de la historia”, con lo que descartó esta posibilidad económica en el país.

Una afirmación que es, por decir lo menos, graciosa. Todos sabemos y ya es vox populi que la economía venezolana está dolarizada en la práctica, como consecuencia de la pulverización del bolívar, nuestra moneda nacional.

Ni siquiera las tres reconversiones monetarias han podido con esta lapidaria realidad.

Y comencemos por las reconversiones, ya que hay mucha tela que cortar en este asunto. En los últimos 13 años, por cuenta de las tres reconversiones monetarias que ha efectuado el Banco Central de Venezuela, se han eliminado 14 ceros del valor nominal de la moneda.

Numerosas voces autorizadas de la opinión pública nacional advirtieron desde la primera y lejana reconversión de 2008, que este sería un ejercicio inútil. Y nos unimos ya en aquel momento a afirmarlo. 

¿Y de dónde venía esta afirmación? Pues de la certeza de que la continua y masiva devaluación del bolívar era apenas el síntoma visible de una economía muy enferma. Y lo que es peor aún, de una economía que no estaba siendo atendida con el fin de ser recuperada.

Desde mucho antes, estábamos en un país abandonado a su suerte en materia económica, sin nadie calificado en el timón y persiguiendo utopías irrealizables. Una nación donde se satanizó a la iniciativa privada, donde se expropiaron empresas productivas, que terminaron convertidas en inoperantes. Aquí se gastó indiscriminadamente con fines electoreros y populistas, con el fin único de ganar elecciones, sin importar lo que iba a suceder al dia siguiente. Hoy vemos las consecuencias de todos esos errores y los catorce ceros que nos han costado.

La mencionada funcionaria agregó en sus declaraciones que “2022 será el año de recuperación definitiva del bolívar como moneda nacional”. Una afirmación que estamos oyendo desde 2008, mientras los hechos la contradicen totalmente.

De hecho, la dolarización en la práctica de la economía venezolana, viene justamente del deterioro gigantesco y sostenido del bolívar, hasta el punto de qu ese hizo inmanejable.

Era imposible cargar con las insóltas cantidades de bolívares en efectivo que eran necesarias para las transacciones comerciales más básicas, como la compra de alimentos.

La disponibilidad de nuestro signo monetario era escasa y los bancos la limitaban a montos absurdos y ridículos, de cara a las necesidades reales de la gente. 

Todo esto empujó a la ciudadanía a un mercado negro indeseable, que jamás ha debido suceder; pero que se impuso como la única salida viable a la pesadilla diaria de efectuar cualquier transacción, por más elemental que esta fuera.

Y el hecho de que los venezolanos se refugiaran en el dólar fue la confirmación del fracaso de la política monetaria de esta administración, así como de su concepción toda de la economía nacional.

El endeble efecto psicológico de eliminar unos cuantos ceros a la derecha al signo monetario, engañó a muy pocos incautos y por escaso tiempo.

En otro momento de su discurso, la señora Rodríguez dijo que “el bolívar es y será el bastión de nuestra soberanía monetaria”. Nos preguntamos para qué realiza afirmaciones que ella misma sabe que nadie va a creer.

Lo cierto es que la vida económica nacional gira en torno al dólar, una moneda a la cual tienen más acceso unos que otros y que ha marcado la enorme brecha que existe entre los venezolanos en el país que existe en la actualidad.

Porque si algo ha traído todo este garrafal disparate que es la economía nacional, es la desigualdad. Y mucha.

Otra tragicómica consecuencia de esta nefasta manera de administrar, es que una administración autodenominada “antiimperialista” ha terminado entregado en manos del signo monetario estadounidense, como consecuencia de su impericia para manejar al país.

Aún al mismo gobierno no le ha quedado otra salida que justificar el “uso informal” del dólar como un método para sortear al supuesto bloqueo económico. Esto, en realidad, es el reconocimiento de que la situación se les fue de las manos y de que no tienen manera alguna de solucionarla.

La soberanía se crea con trabajo, en equipo, incorporando a todos los sectores de la población a la productividad. No excluyendo, ni dividiendo, ni persiguiendo. Mucho menos satanizando a los sectores productivos del país. La mano de obra que ha partido del país en busca de un futuro mejor, ha tenido un precio. Ese precio lo estamos pagando hoy con pobreza y escasez.

 

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