«Cercando al COVID-19»

Cuando estamos cerrando el que quizás haya sido el año más extenuante y retador de nuestra existencia, finalmente tenemos buenas noticias sobre la posibilidad y la certeza de cercar a la amenaza que cambió al mundo: ya existen las vacunas contra el COVID -19.

Y en realidad, es más de una vacuna lo que viene en camino. Esta humanidad llena de errores, pero también de conocimiento y de compasión ha reaccionado de forma mucho más rápida y eficiente de lo que esperábamos, derrotando los pronósticos fatalistas que nos hacían ver una tragedia sin final de cara a la pandemia que enfrenta el mundo.

Desde el pasado martes se ha empezado a administrar la pionera vacuna de Pfizer en el Reino Unido, la cual llegó a alcanzar un 95% de efectividad en sus pruebas. Su departamento de Salud recordó en un comunicado de prensa que tiene décadas de experiencia en la implementación de programas de vacunación a gran escala y aseguró que ya comenzó a poner en práctica gigantescos preparativos para brindar atención y apoyo a todas las personas elegibles para la vacunación.

Pfizer y su aliado en este trabajo, BioNTech, anunciaron que su vacuna, conocida como BNT162b2, podría estar potencialmente disponible para su uso en poblaciones de alto riesgo en Estados Unidos tan pronto como a mediados o finales de diciembre.

Se trataría de una aprobación especial de emergencia, vista la gravedad de la pandemia en esa nación. Sin embargo, su aprobación total sería otro trámite paralelo que no demoraría mucho más. Los adultos mayores que viven en residencias de tercera edad, serían los primeros en recibirla en el país norteamericano; ya que se considera que son el grupo con mayor amenaza en ese territorio.

En forma paralela a estas buenas noticias, el mundo ya se encontraba en movimiento para aprovecharla. México suscribió un acuerdo a través de su secretaría de Salud para obtener 34,4 millones de dosis, de las cuales se adelantarán unas 250 mil para proteger a personal prioritario, básicamente del área de salud.

El gran reto será cómo conservar estas ampollas, que deben permanecer a -75 grados centígrados para mantener sus propiedades.

Mientras tanto y desde China, la CoronaVac, fabricada por la compañía Sinovac y cuyos ensayos clínicos aún no finalizan, ya fue enviada a Indonesia para una campaña de vacunación masiva. Está previsto que casi 2 millones de dosis arriben a territorio indonesio en enero.

Por su parte, Argentina apuesta a los rusos y su Sputnik V, con su presidente Alberto Fernández anunciando que podrán inmunizar hasta a 10 millones de personas para marzo de 2021. Ya Rusia está vacunando masivamente a sus trabajadores esenciales.

Estas vacunas son la esperanza para varias naciones de la región latinoamericana, aunque la Organización Panamericana de la Salud advierte que pasarán varios meses antes que se disponga de cantidades suficientes de cualquiera de ellas como para poder inmunizar adecuadamente a toda la población.

Una de las advertencias que hay que tomar en cuenta, es que ninguna vacuna garantiza hasta ahora el 100% de efectividad. Los especialistas adelantan que, aún las personas que hayan recibido las dosis necesarias, deberán continuar con el protocolo de cuidado de tapaboca, lavado de manos y distancia social.

Por supuesto que podrán estar más tranquilos, pero si agregan estas precauciones a haber recibido la medicación correcta, estarán haciendo todo lo posible por llevar el riesgo prácticamente a cero.

Uno de los temores que hay que desechar es la idea infundada de que aplicándose esta vacuna las personas podrían enfermar de COVID-19. Sin entrar en largos y complejos asuntos médicos que escapan a nuestro conocimiento, los especialistas han aclarado que no se inyecta el virus a las personas, como es la concepción tradicional que tenemos de las vacunas.

Se trata, digámoslo así, de una reproducción en laboratorio que asemeja al virus y coloca en alerta al sistema inmune del cuerpo, para que, si el virus real ataca, pueda ser reducido de inmediato por el propio organismo.

Y aunque las noticias son optimistas, aún queda mucho por luchar en esta primera gran guerra mundial del siglo XXI. Efectivamente, pasará un buen tiempo antes de que se pueda inmunizar a una cantidad suficientemente significativa de la población mundial como para detener el contagio.

Mientras tanto y aún después de eso, deberemos seguir estrictamente las tres medidas más que conocidas: mascarilla, distancia e higiene.

Y ya la cicatriz es lo suficientemente profunda, con casi 70 millones de casos y más de millón y medio de muertes.

El COVID-19 ha desnudado lo peor y lo mejor del ser humano. Apostemos a esto último, para poder ver hacia adelante y dejar atrás esta página; pero también hay que mantener presente la lección.

-> Ir a página principal <–