El insólito desenvolvimiento de los hechos que han sucedido en Barinas, es sin duda el centro de atención de la Venezuela de estos momentos y mucho más allá, fuera de nuestras fronteras.
Y es que lo que sucedió –y está sucediendo- es, cuando menos, demasiado extraño, por no decir otra cosa.
Un proceso electoral que de pronto aparece enturbiado por circunstancias sobrevenidas e inusuales, cuando todo apuntaba a que el candidato del cambio estaba siendo favorecido por el voto popular.
Ahora se ordena repetir las elecciones, sin tener claro que fue lo que sucedió. Pero quienes creemos en la democracia –que somos la mayoría- aceptamos el reto, porque nos sabemos ganadores del favor ciudadano.
Sin embargo, al empeño por frenar lo que es inevitable se le vuelven a salir las garras. Fuerza Vecinal hizo público su apoyo al candidato alineado con nuestros principios, con lo que Venezuela quiere y merece; pero se nos impidió inscribir a nuestro movimiento como una de las fuerzas políticas que lo apoyan en estas elecciones.
¿Por qué sucede esto? ¿Por qué perturba tanto que un grupo de venezolanos manifiesta su voluntad? ¿Por qué se nos cercena el derecho a sumarnos con nuestro trabajo a la opción que creemos que merece la victoria?
Quizá sea por miedo. Un viejo dicho afirma que, si las vacas hablaran entre sí, no existirían los mataderos.
Y cada vez que se repita esta circunstancia saldremos mejor parados, porque sabemos que representamos la verdadera voluntad de los venezolanos de hoy en día.
Hasta Barinas fuimos y en Barinas estamos, apoyando a Sergio Garrido, quien ha contado con el consenso para representar en esta nueva y retadora cita electoral a los compatriotas que estamos empujando la vuelta de página, la próxima etapa histórica del país, esa que está tocando a la puerta y que van a tener que dejar entrar, más temprano que tarde.
Y estas recientes elecciones regionales activaron a la ciudadanía, movieron al electorado. Quienes apuestan a la permanencia del estado de cosas tóxicas, que ha sumido a Venezuela en la peor etapa de su historia, daban por sentado que el venezolano estaba desmovilizado, frustrado, asustado, desmotivado.
Y lo estaba, es cierto. Pero las cosas cambiaron, y lo podemos decir de primera mano.
Hablando desde nuestra experiencia con el joven movimiento Fuerza Vecinal, afirmamos con seguridad plena que la gente se cansó de renunciar a su poder y decidió hacer, movilizarse.
Tenemos la certeza de que esto que vibra en el ambiente, tiene la suficiente potencia para propiciar un cambio para bien en el país. Y por supuesto, hay personajes que no quieren eso.
Ahí es donde viene el librito, el manual de las excusas, para sacar una improvisada, manoseada, poco creíble; con el fin de que los muchos venezolanos que queremos materializar el cambio, no podamos unirnos para sumar voluntades y masificar nuestra propuesta.
Desde el poder nos observan, y saben que si, por ejemplo, quienes pensamos igual en Miranda y en Barinas nos unimos, el emperador quedará desnudo, como en el cuento. Por eso hay que separar, dividir, confundir.
Pero la potencia de esta voluntad es cada vez más robusta y está alcanzando niveles en los cuales va a poder materializar cualquier meta. No habrá reto lo suficientemente grande.
Y Fuerza Vecinal sigue adelante. Nos pueden impedir un trámite con una jugarreta jurídica; pero no vamos a dejar de movilizarnos, trabajar, aportar con acciones.
Días atrás dijimos que había que ver el vaso medio lleno con esta circunstancia de Barinas, que ha llenado de justa indignación a muchos; pero que es una maniobra que se puede volver en contra del oficialismo, y que es sin duda lo que está sucediendo.
Dicen que no hay nada más potente que una idea a la cual le ha llegado su momento. Y es lo que sucede hoy en tierra barinesa.
Las agrupaciones políticas reunidas bajo el paraguas de la alternativa democrática aprendieron importantes lecciones el 21 de noviembre y esta es la ocasión de ponerlas a prueba. Si ese día las cosas salieron bien para nosotros en esa entidad, tengan por seguro que ahora saldrán mucho mejor. Y que los militantes de Fuerza Vecinal estaremos allí trabajando, con las lecciones presentes y haciéndolo mil veces mejor que antes.
Es imposible contener el agua en un puño, y eso es lo que está sucediendo. Quieren arrinconarnos, pero nos escapamos por entre los dedos de quienes no encuentran la manera de esconder la voluntad de cambio.
La cita de Barinas nos emociona como venezolanos, porque lo vemos como una oportunidad. Y tomamos como un reto los obstáculos que se nos lanzan al camino. Somos más grandes que ellos.
El miedo al cambio deja a muchos como lo que son: verdaderos enanos de mente y alma. Los venezolanos de bien, nos crecemos ante las dificultades.