Estaba cantado: las elecciones regionales que estaban por venir en Venezuela, no serían un asunto fácil de despachar. Pondrían a prueba nuestra condición ciudadana, así como a un país exhausto por la desconfianza que se ha sembrado a lo largo de dos décadas.
Una nación ya acostumbrada a ver a quien piensa distinto como enemigos, a encontrar peligrosas zonas de grises en cada paso del ejercicio ciudadano.
Y eso es lo que ha estado aconteciendo en Barinas en los últimos días.
El estrecho margen que se dio a conocer entre los dos candidatos aspirantes a la gobernación del estado, fue seguido por un anuncio de repetición de los comicios. Esto ha colocado a esa región y al país todo al borde de un episodio de tensión extrema que es observado con atención por el mundo entero, ya que no es un secreto para nadie el largo padecimiento de los venezolanos en un clima político complejo y agotador.
No tuvimos más noticias de los conteos y de pronto, llegó la inesperada información de una sentencia del Tribunal Supremo de Justicia que ordenaba la repetición los comicios, respondiendo a la introducción de un amparo.
Llegar a repetir unos comicios es algo sumamente inusual; pero vista la situación particular que estamos enfrentando, creemos que será lo mejor.
Decíamos, eso sí, que la masiva votación de gente en la calle no daría lugar a equívocos. Y el pueblo barinés salió en masa a votar, en suficientes cantidades como para hacer necesario hoy un evento de repetición de las elecciones, ante la duda.
Definitivamente, no es lo ideal. Estamos muy lejos de presenciar lo ideal en las condiciones que vivimos en la Venezuela actual. Pero también es cierto que el empuje de los barineses ha sido el suficiente como para seguir luchando democráticamente por espacios que tenemos que ganar.
No ha faltado en estos días por supuesto, quien aproveche para deslizar el famoso “te lo dije”, respecto a nuestra insistencia en participar en las elecciones y justamente ante la manera como se ha venido desenvolviendo la situación en el estado llanero.
Y entonces respondemos que fuimos nosotros quienes lo dijimos. Que la participación en este evento electoral era la acción que podía abrir la brecha –o más bien múltiples brechas- al cambio, a un pueblo urgido de expresarse y de ser escuchado. Una ciudadanía que no tiene cómo dar a conocer su voluntad ante la sordera crónica de una clase dirigente y que debe construir las oportunidades desde la nada, desde granos de arena.
Hoy, no hay sombra del suficiente tamaño sobre los comicios de esa entidad, como para ignorar la voluntad de una parte importante del pueblo. Tan importante, que no se puede evadir la tarea de revisar si es mayoría. Sencillamente no hay pretexto que valga, porque estos venezolanos han hecho escuchar su voz.
¿Qué si nos parece injusto lo que sucede? Sí, nos lo parece. ¿Qué si estamos de acuerdo? No, no lo estamos. Pero es lo que hay, son los hechos, es lo que está sucediendo. Y hay que accionar de cara a lo que tenemos al frente, no a situaciones hipotéticas o ideales, que no son lo que está aconteciendo en este momento.
Si desde la adversidad podemos cambiar las cosas, seremos dueños de ese milagro. No es fácil, no es justo; pero es posible. Y en este momento se trata de posibilidades. Estamos hablando de oportunidades de cambio y esta es una sigue siendo una.
Pensemos en lo que habría sucedido si, muy por el contrario, los habitantes del estado se hubieran dado por vencidos y no hubieran salido a votar. Que hubiera ganado por forfait el continuismo y el oficialismo, sí hubiera sido un desenlace extremadamente triste, especialmente si hubiera estado marcado por la pasividad de la ciudadanía, cosa que no sucedió.
En el extremo contrario, podemos decir también que situaciones como la que se está viviendo actualmente en la entidad llanera se pueden evitar en tanto y en cuanto logremos incrementar aún más la participación masiva de los venezolanos que están ganados para el cambio y para otro modo de llevar las riendas del país.
Con nuestra costumbre de ver el vaso medio lleno, más bien vemos un buen presagio para el país gracias a lo que hoy nos ocupa.
Toca al pueblo barinés salir a votar de nuevo el próximo 9 de enero y hacerlo de forma inequívoca. Sí, es lo que hay que hacer. Y con el apoyo de todos los venezolanos que logramos un avance el 21 de noviembre, muy a pesar de haber enfrentado circunstancias adversas, que no nos puede desanimar. Eso es lo que quieren y no les vamos a dar el gusto.
No perdamos el tiempo en negación ni en lamentaciones, porque urge una vez más que nos lancemos a la acción; esta vez con los ojos de toda Venezuela y del mundo entero puestos en esta nueva cita comicial. El voto es nuestro derecho y la receta es ejercerlo cuantas veces sea necesario.