La situación que se ha presentado con la candidatura unitaria del estado Miranda –y que lamentablemente se prolonga hasta el momento actual– mantiene en vilo a la ciudadanía de este estado, así como a la de toda Venezuela.
Lamentablemente, el candidato para un estado crucial en unas elecciones decisivas, ha sido impuesto entre gallos y medianoche. Algo que temíamos y advertimos, finalmente sucedió. Fue de la peor manera posible.
Desde esta tribuna reiteramos una vez más que hicimos nuestro trabajo para que esta diferencia entre dos aspirantes a una postulación fuera resuelta de la manera más transparente y democrática, con la mayor participación posible de la gente afectada por una administración nefasta y a quienes progresivamente se les ha arrinconado, arrancándole su derecho a elegir los funcionarios que los representen.
Hoy esta práctica antidemocrática no parte del adversario, sino de unas filas que suponíamos aliadas, en medio de hábitos políticos extraviados, que se han deteriorado mucho más de lo que podíamos imaginar.
Y este despropósito ha sido validado por quienes han debido actuar como garantes de un método y de unos resultados que nos devolvieran al camino de la democracia y del poder de la gente.
Otra razón, por cierto, para insistir con más tenacidad en nuestra propuesta y nuestra lucha. Muy lejos estamos de abandonar nuestras posiciones, cuando la enfermedad nacional del cogollismo nos está respirando mucho más cerca de lo que podíamos imaginar.
Porque sí, seguiremos insistiendo. Estamos casados con valores y principios a los que no vamos a renunciar. Los mismos valores y principios por los cuales iniciamos este camino de servicio, hace ya más de 20 años y que hoy vemos peligrosamente atropellados.
Nos referimos a valores y principios que nos llevaron a proponer, muy tempranamente en medio de esta diatriba, la solución por anticipado a todos los males que hoy enfrentamos: unas elecciones primarias para dejar la escogencia del candidato unitario a los electores. A los mismos ciudadanos que, al finalizar el día, serán quienes también votarán por él en los comicios regionales. Tiene lógica, ¿no?
Esta propuesta era transparente y fácilmente auditable. Devolvía, además, la capacidad de decidir a las manos de la gente. Un derecho que, insistimos, les ha sido conculcado por años y años de prácticas políticas perversas, de agendas ocultas y contaminadas.
No existe una manera más sólida de enfrentar tiempos adversos a la democracia. Unidad y primarias era la fórmula. Pero ya es tarde para llorar por el agua derramada. Estamos muy cerca de que el daño sea irreparable.
Ante la terca y reiterada negativa de nuestra contraparte en cuanto a la aceptación de las elecciones primarias, aceptamos entonces nosotros su propuesta: el método de las encuestas.
Ellos seleccionaron sus encuestadoras, nosotros otras tantas. Ellos elaboraron las preguntas, nosotros las aceptamos. Resultado: salimos favorecidos por el método que ellos propusieron. Y no aceptaron los resultados.
Cuento corto: hay un candidato impuesto a la gobernación de Miranda. Sin un método legítimo para su selección y pasando por encima de las fuerzas vivas del estado. De sus vecinos, de sus dirigentes naturales, de un poderoso movimiento de base, que es sobre el cual se construyen las victorias legítimas.
Por lo tanto, este error nos pone en camino de perder al estado. Toca recordar un principio sagrado de las matemáticas aplicadas a la política: la división siempre resta.
Como sucede también en muchos otros rincones de Venezuela, donde hoy el cogollismo ha echado de lado a los liderazgos legítimos y emergentes, para colocar a la fuerza a candidatos inorgánicos. Es un llamado de alarma para todo el país.
¿Qué haría usted en nuestro lugar? ¿Claudicaría? ¿Se dejaría imponer viejas prácticas? ¿O lucharía por cambiar la forma de hacer política?
Creo que esta última interrogante va al fondo de la urgencia que siente la gran mayoría de los venezolanos. No podemos convertirnos en cómplices de lo que está mal. No podemos renunciar a la fuerza que nos otorga el hecho de estar del lado de la verdad.
Por ello, continuamos en la lucha. Una lucha que no es nuestra, sino de Fuerza Vecinal. Estamos hablando de un movimiento fresco, de gente decente, al cual representamos y a quienes no podemos dejar sin voz en este momento clave. Somos la voz de la molestia de la gente, en el marco del escenario planteado. No los vamos a abandonar. Haremos que los respeten.
Y por eso seguimos insistiendo en este llamado público para promover una sola candidatura con parámetros que garanticen su legitimidad.
Hemos sido coherentes en nuestra vida pública y nuestras acciones de los últimos meses así lo demuestran. No esperamos menos de nuestra contraparte. El tiempo corre.