No es novedad decir que Venezuela ha devenido en un verdadero campo de batalla permanente desde hace más de dos décadas, en el cual luce ya impensable para los ciudadanos el más elemental acuerdo entre las dos posiciones políticas que dominan en el país.
Por eso ha sorprendido mucho la información de un acuerdo entre los líderes de ambos sectores, con el fin de allanar un camino concreto para la masiva vacunación de la ciudadanía contra el COVID-19.
Ante los venezolanos incrédulos, se abre una nueva puerta a la esperanza: en primer lugar, a la –relativamente– inmediata ayuda que urge, ante la tragedia mundial que ha significado la pandemia. Y luego, una interrogante abierta: ¿puede ser este el primero de una serie de acuerdos por el bien de la nación?
En principio, se trata de un pacto entre las dos fuerzas principales del país, con el fin de destinar una cantidad de recursos venezolanos que se encuentran en el exterior a la compra de 12 millones de dosis, lo cual alcanzaría para inmunizar a unos 6 millones de venezolanos.
La buena noticia es que esta gestión se canalizaría a través de la plataforma COVAX, que depende de la Organización Mundial de la Salud. De este modo, privaría un criterio científico por encima de cualquier parcialidad política.
La Mesa Técnica, el equipo que estableció las condiciones del acuerdo, estuvo integrada por dirigentes políticos de ambas tendencias, sociedades médicas y académicas venezolanas, representantes de la Organización Panamericana de la Salud, UNICEF y el Ministerio del Poder Popular para la Salud.
La consolidación y desarrollo de este equipo de trabajo se llevó adelante entre enormes dificultades y condiciones previas, a través de tres reuniones.
El acceso a estos recursos venezolanos congelados en exterior, tendría que pasar por la intervención de Juan Guaidó, el interlocutor reconocido por Estados Unidos e Inglaterra, naciones depositarias de dichos activos.
Unos se encuentran en el Banco de Inglaterra y otros más en manos de la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, OFAC.
Tocará por su parte al Banco Central de Venezuela el liberar unos 30 millones de dólares para asegurar las cadenas de frío que preserven la integridad del medicamento, el cual hasta ahora sería el producido por la firma AstraZeneca.
Como bien dijera Guaidó: “En Venezuela ya no hay margen para la improvisación y la politización, por eso es imperativo que las vacunas sean administradas y distribuidas por agencias humanitarias”.
Mientras tanto, Miguel Pizarro, representante venezolano ante Naciones Unidas, y uno de los artífices del acuerdo, hizo énfasis en que los fondos de la nación, serán destinados de forma directa a las agencias y mecanismos multilaterales; a fin de garantizar la transparencia que requiere esta operación humanitaria.
Por su parte, el embajador de Estados Unidos para Venezuela residenciado en Colombia, James Story, felicitó el acuerdo entre ambas partes, donde también entran la Organización Panamericana de la Salud y la UNICEF, el organismo de la ONU para la Infancia.
Estamos sin duda ante un plan incluyente, de gran alcance, certificado por los organismos internacionales de mayor nivel en las materias competentes y que garantiza así su ejecución basándose en criterios netamente técnicos; no políticos. Todo esto es una gran noticia para el país.
Queda, sin embargo, abierta una gran interrogante: ¿qué pasará con los venezolanos que no alcancen esta camada de vacunas?
Ya se ha hecho pública la intención de autorizar la compra de 5 millones de vacunas rusas Sputnik IV a la confederación empresarial Fedecámaras, lo cual se sumaría a unas setecientas mil que ya fueron adquiridas por el oficialismo.
Se espera también que con posterioridad lleguen nuevos lotes de vacunas rusas y chinas, mediante gestiones que ya deben estar encaminadas.
Lo importante es garantizar que todos los venezolanos tengan acceso al medicamento. Y de esta manera, la pandemia ha roto con el punto muerto en el cual se encontraba desde hace rato la gobernabilidad venezolana.
Pero también, quizá, a que a partir de aquí podamos comenzar a establecer una ruta de acuerdos para salir adelante en cuanto a nuestras diferencias internas como nación. Un juego que se encuentra trancado desde hace tanto tiempo, que ya considerábamos que la llave se había lanzado al fondo del mar.
No por nada, el diario El País de España califica el acuerdo como “delicado”. Y ciertamente, ante la virulencia extrema de la política nacional de los últimos tiempos, sentimos que estamos caminando sobre un campo minado. Esperemos poder llegar a buen término, porque lo que nos estamos jugando aquí es nada menos que la vida de muchos venezolanos.