Para nadie es un secreto la grave crisis de migración que padece Venezuela, como consecuencia de una larga y dolorosa cadena de desaciertos en la administración del país.
Según las estimaciones de Naciones Unidas, son más de 5 millones 400 mil los migrantes criollos de los últimos años. Sin embargo, voceros de la administración revolucionaria han asegurado que no pasan de 600 mil y que su partida se debe “a la influencia de las redes sociales”. ¿Quién tiene la razón?
La situación desesperada de nuestros compatriotas no ha sido indiferente al resto del mundo. Es un asunto sobre el cual la opinión pública internacional tiene el ojo puesto, por los niveles de gravedad a los que ha escalado el asunto.
Y muy especialmente, no ha sido indiferente a nuestros vecinos del continente, quienes han sido receptores de nuestros caminantes más urgidos. De esos que, como todos, buscan una merecida mejora en su calidad de vida. Un derecho humano que les ha sido arrebatado y no aparece en el horizonte inmediato, mientras nuestra nación no cambie el rumbo.
De entre esas manos que se nos han tendido, destaca la de Colombia. La hermana república, como solemos llamarla en la cotidianidad, ha estado a la altura de este duro desafío, ante la gran cantidad de compatriotas que han cruzado su frontera por tierra, después de una jornada particularmente dura, en busca de algo de paz y seguridad.
A lo interno de la nación vecina, esto ha constituido un gran reto sin precedentes, ya que evidentemente no se esperaba esta oleada de inmigrantes y los servicios fueron superados en muchas zonas, especialmente en la frontera.
Sin embargo, la nobleza de ese país con el cual nos unen indisolubles lazos históricos alcanzó un nuevo nivel de humanidad, cuando el pasado 9 de este mes su gobierno anunció el Estatuto Temporal de Protección al Migrante Venezolano.
La administración colombiana explicó que se busca regularizar la presencia en su territorio de cerca de 1,8 millones de migrantes venezolanos, generando impactos positivos en la economía, la salud pública y el bienestar de dicha población; que se podrá extender hasta dos millones.
De acuerdo con el presidente Iván Duque, la medida estará vigente por dos años, y cubre por un lado a 704.000 extranjeros que ya estaban regularizados y ahora no tienen que actualizar sus permisos periódicamente; y por el otro, a los 996.000 que permanecen de forma irregular en el país, y de los que no se sabe con exactitud “quiénes son, dónde están, cuál es su nombre y su condición socioeconómica”, según declaraciones oficiales emanadas de la Casa de Nariño, palacio de gobierno presidencial.
La información agrega que lo que se persigue es lograr una contundente movilización de recursos por parte de la comunidad internacional, de forma que puedan salir de escenarios de depresión y asegurar una estadía legal en Colombia, contribuyendo al desarrollo económico del país.
También se pretende facilitar el conseguir métodos de protección social para los venezolanos de mayor vulnerabilidad. Dicho de otra manera, acceso al sistema de seguridad social, a mejores condiciones de trabajo e inclusión económica y en la sociedad.
El Alto Comisionado de Las Naciones Unidas para Refugiados y la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, han alabado este Estatuto Temporal de Protección para los venezolanos en Colombia.
En palabras del vocero de ACNUR, Filippo Grandi, «Colombia dio un ejemplo a la región y al mundo entero al otorgar estatus de protección temporal por 10 años a todos los venezolanos en su territorio». Agregó que es el gesto humanitario más importante que se ha hecho desde 1984.
A propósito de la noble iniciativa, la CIDH destacó que el Estatuto «contemplaría mecanismos para la regularización migratoria de personas venezolanas, de forma que puedan transitar de un régimen de protección temporal a un régimen ordinario, y aplicar a visas de residentes».
Adicionalmente, el organismo con sede en Washington urgió a los Estados a «brindar protección efectiva a personas con necesidades de protección, garantizando acceso a derechos y servicios esenciales», en apego a las resoluciones y a los Principios Interamericanos sobre migración y asilo.
Por ello, los especialistas en la materia consideran que estamos frente a una acción sin precedentes, que puede establecer parámetros para otras crisis de refugiados en el mundo, e incluso para nuestros mismos venezolanos en otras naciones.
Los vínculos históricos son indivisibles, y con estos hechos demuestran que pueden pasar por encima de circunstancias puntuales para no solamente permanecer, sino crecer. Y hacerlo del tamaño que sea necesario para superar el reto.
Hoy, más que nunca, agradecemos la hermandad que nos une con nuestros vecinos.
David Uzcátegui.