En medio de la realidad inquietante de una pandemia que mantiene en vilo al mundo entero, la situación en Venezuela con respecto a esta amenaza acaba de dar otro giro inesperado esta semana, cuando cumplimos los primeros cien días del inicio de la cuarentena.
De una polémica flexibilización denominada “siete por siete”, pasamos otra vez a la cuarentena radical, ante el aumento del número de nuevos casos.
Sin embargo, lo de que este giro fue inesperado, ha sido relativo. Ya era del conocimiento de toda la ciudadanía el incremento de los contagiados, lo cual se puede atribuir a muchos factores.
Si bien tuvimos la suerte de estar entre los últimos países atacados por este mal, se hacía evidente que no podríamos escapar. Y quizá el hecho de no haber visto hasta ahora las altas tasas de infección que sucedieron en otras naciones, provocó un exceso de confianza letal.
También, y lo hemos comentado en varias oportunidades, no hay manera de obligar a la gente a mantener cuarentena en casa cuando deben salir a la calle a buscar su sustento diario.
Estos confinamientos fueron exitosos en otras latitudes en tanto y en cuanto una buena parte de su población pudiera trabajar desde el hogar. Aquí la tecnología juega un papel crucial y sabemos que nosotros no estamos entre los más aventajados en este sentido.
Además, trabaja a favor de esta propuesta el hecho de poder disponer de ahorros, en caso de que sea necesario cubrir el costo de los días improductivos. No es el caso del venezolano, quien debe enfrentar una economía pulverizada y hace tiempo que perdió tanto la capacidad como la noción de lo que es ahorrar.
Todo esto ha apuntalado el escenario de ver aglomeraciones y multitudes en calles y transportes públicos, un caldo de cultivo perfecto para el nuevo coronavirus.
Tampoco aporta mucho el hecho de utilizar la fuerza contra quienes salgan a la calle, sea por necesidad o por inconciencia. De hecho, se han hecho públicos casos lamentables de atropello y abuso de autoridad.
Y, por si fuera poco, las noticias que llegan de afuera no son las más alentadoras. Latinoamérica se convierte en el nuevo foco mundial del COVID-19, superando los dos millones de casos, según la Universidad Johns Hopkins. Es decir, los casos se triplicaron en apenas un mes, de acuerdo a cifras de la Organización Panamericana de la Salud.
María Van Kerkhove, jefa del Departamento de Enfermedades Emergentes de la Organización Mundial de la Salud, agregó que la situación podría ser aún más grave en Suramérica, ya que los meses más fríos del año están por llegar y por consiguiente también la temporada en que la gente suele enfermarse más. “Pueden resultar casos en los que se confunda la gripe con el coronavirus, lo cual complicaría el seguimiento de la enfermedad”, según dijo.
Estados Unidos, por su parte, mantiene un comportamiento irregular, con algunos de sus estados bajando y otros subiendo en la tasa de casos; lo cual ha impuesto cuarentena para algunos viajeros internos de esa nación y ha retrasado las llamadas “fases de apertura” de los estados.
Estamos en un mundo interconectado, incluso a pesar de las circunstancias particulares que hacen más compleja la comunicación con Venezuela. Esta es difícil, pero aún existe. Y desde nuestro entorno exterior siguen llegando casos.
Eso, para no contar con las denuncias de eventos multitudinarios que se han dado en el país en medio de esta situación excepcional, lo cual no se puede calificar sino como la irresponsabilidad más absoluta.
Lo cierto es que no se puede seguir experimentando. El desatino en este sentido lleva a lo que estamos viendo hoy: más vidas en riesgo, cuando las naciones que han planificado y ejecutado exitosamente una estrategia de contención, están viendo los resultados a estas alturas.
Por otro lado, esta nueva paralización vuelve a herir de muerte a la economía del país, que ya venía con plomo en el ala antes de esta circunstancia, y que necesita desesperadamente de oxígeno para asegurar la supervivencia de la ciudadanía.
¿Qué podemos esperar? Lamentablemente, el Director Ejecutivo Emergencias Sanitarias de la Organización Mundial de la Salud, Myke Ryan, explicó que el virus suele atacar más los lugares dónde encuentra sistemas de salud débiles. Y no necesitamos ahondar en lo que todos ya conocemos respecto a la actual precariedad del sistema de salud nacional.
También mencionó el especialista, que la llegada del pico de éste virus tiene mucho que ver con las medidas y acciones de los distintos países, ya que algunos actúan de manera responsable –como Corea del Sur, Alemania y Japón–; mientras otros simplemente no toman las medidas adecuadas. ¿En cuál de los dos grupos estaremos?
No hay certeza sobre lo que espera a Venezuela en este sentido.
David Uzcátegui.