Cuando ha transcurrido más de un mes del doloroso derrame petrolero que afectó las costas del estado Falcón, es cuando podemos apenas comenzar a medir la gravedad de lo que ha sucedido.
Y es que el grave incidente estuvo rodeado de opacidad cuando sucedió. Secretismo desde sectores oficiales, falta de información por parte de quienes han debido suministrarla y lo que es peor aún: falta de acción en pro de minimizar las consecuencias.
La versión oficial responsabiliza a un buque carguero, mientras académicos y parlamentarios señalan a la Refinería El Palito, propiedad estatal que ha tenido varios incidentes durante los últimos años.
La primera información sobre el origen del derrame fue publicada por la cuenta de Twitter de la empresa de seguimiento de barcos TankerTrackers. Responsabilizaron a un carguero de bandera portuguesa con el nombre Nauma, que podría haber derramado fuel-oil debido a una posible falla después de salir del puerto de La Guaira.
Esta hipótesis fue repetida por el diputado Luis Stefanelli, quien luego dijo que era “información preliminar” y que el derrame realmente se había originado en la Refinería El Palito, como denunció también la diputada María Gabriela Hernández, presidenta de la Comisión de Ambiente de la Asamblea Nacional. Esta nueva versión fue demostrada en un foro virtual de la Sociedad Venezolana de Ecología, presidida por la bióloga Vilisa Morón.
“El primer día se veía una mancha a un costado de la refinería, de una superficie de unos 8,4 km cuadrados, y al salir afuera alcanza una superficie en el agua de 350 km cuadrados. Una extensión enorme. Esa mancha es tan grande que con ella se puede cubrir la ciudad de Caracas y otras dos de las tres ciudades más grandes de Venezuela”, según indicó el biólogo Eduardo Klein, a la plataforma noticiosa europea DW.
Al igual que en el derrame de petróleo causado por un carguero en la Isla Mauricio, el vertido de hidrocarburos en la costa de Venezuela continúa afectando una zona de elevada biodiversidad. “Son sistemas similares. Ambos son ecosistemas tropicales sensibles, altamente diversos, con arrecifes de coral y bosques de manglares”, estima Klein.
Y agrega: “Si comparamos los incidentes, el barco que encalló y se partió en dos ha derramado unas mil toneladas de combustible, que son aproximadamente siete mil barriles, mientras que en Venezuela calculamos que el derrame es de unos 20 mil barriles, esto es, de dos a tres veces más grande”.
Una diferencia clave fue que en aquel incidente se accionó con rapidez; mientras que aquí la inacción y la desinformación hicieron caer la situación en un limbo que permite cuestionar si se habrá hecho lo correcto.
Otro experto que habla sobre las proporciones del desastre, es el profesor de la Universidad del Zulia y doctor en Ecología, Héctor Barrios-Garrido, quien está al frente del Grupo de Trabajo de Tortugas Marinas del Golfo de Venezuela y advierte sobre el impacto de este derrame en las zonas de anidación de estos reptiles.
“Se causaría una disminución drástica del oxígeno disponible para los embriones, lo que sería altamente fatal, pero también se podrían obstruir las vías respiratorias y mucosas de adultos, justo en la época de anidación de las tortugas verde, caguama y carey”.
Es tiempo de hablar muy seriamente sobre el enfoque que está dando la petrolera estatal venezolana al asunto del ambiente. Se trata de una empresa pública en la cual todos los venezolanos somos accionistas y, por lo tanto, deben rendirnos cuentas.
¿Cuál es el plan de contingencia en caso de incidentes que afecten al ambiente? ¿Existe alguno? ¿En manos de quiénes están? ¿Cuáles son las cualificaciones del personal que aborda estas contingencias?
Y yendo más allá, también es momento de conocer cómo opera. Porque este derrame, los otros que han acontecido, todos los demás incidentes y accidentes, dependen de su operación profesional y responsable, tanto como de la ausencia de ella.
Según el portal laboral Work Safe, de Texas, los trabajadores petroleros tienen hasta siete veces mayor riesgo de morir por accidentes laborales, que si trabajaran en otras industrias. Y esto, si hablamos de que la industria sea manejada correctamente.
Peligros como quemaduras, heridas, resbalones o inhalación de gases están siempre presentes. Y las desgracias no trascienden sino hasta que son de grandes magnitudes, como lo que hoy nos ocupa u otras que han ocurrido en el pasado reciente.
Si pretendemos volver a estar algún día en el mapa de las grandes naciones productoras de petróleo, debemos trabajar con rigurosidad todos estos temas. Errores como los que llevaron a esta catástrofe ambiental deben ser reducidos a su mínima incidencia, porque sus consecuencias no solamente son enormes, sino que se prolongan en el tiempo.
David Uzcátegui.