En medio de una de las campañas presidenciales más particulares en la historia de Estados Unidos, acaba de surgir esta semana el nombre de Kamala Harris como candidata a la vicepresidencia de la nación, acompañando en la fórmula al candidato presidencial demócrata, Joe Biden.
El suspenso por quién podría ser el segundo a bordo del candidato opositor se prolongó por varias semanas, incluso meses. Y es que la persona que llenara estos zapatos tenía que cumplir con una serie de requisitos para hacer un guiño al mayor número de electores posible, desde su complementariedad con Biden como propuesta para la primera magistratura.
Se aspiraba a una persona que representara diversidad y minorías, juventud y apertura. Por ello se apostaba a que los demócratas se inclinarían por una mujer. Sin embargo, eso no era suficiente. También se pensaba que podía ser una afroamericana, lo cual representaría a un grupo clave en su electorado.
Y sin duda, tenía que aportar también juventud y experiencia a partes iguales; amén de logros y currículum. Una fórmula nada fácil, pero necesaria, ya que están también en juego los apetecidos electores independientes e incluso la base moderada del republicanismo, que, sin abandonar su credo político, no se siente representada en el candidato a la reelección, Donald Trump.
Esta semana finalmente se develó el nombre que reúne todos los requisitos: Kamala Harris. Una mujer de ascendencia india y jamaiquina, hija de inmigrantes y senadora por California. “Mi madre siempre entendió muy bien que estaba criando a dos hijas negras”, escribió Harris en su autobiografía The Truths We Hold. El nominado presidencial demócrata la definió como “una valiente luchadora en defensa de los menos poderosos y de los mejores funcionarios públicos del país”.
Se ha criticado mucho la edad de Joe Biden –77 años–, ya que no parece adecuada para ejercer la primera magistratura de tan poderosa potencia. Por ello, era importante que, para conjurar estos temores, el segundo o segunda al mando fuera notablemente menor. Sin embargo, la edad del actual mandatario tampoco es mucho menor (74 años), por lo cual no se considera que este pueda ser un tema de debate.
En todo caso, los 55 años de Kamala Harris complacen la petición de un amplio sector del electorado: aires de una nueva generación en la Casa Blanca, una señal de que se mira hacia adelante. Y parece ser una jugada muy bien calculada, ya que es un secreto a voces que Biden podría no presentarse para un segundo término y esta coyuntura delegaría automáticamente la candidatura demócrata en la vicepresidente.
Vale la pena recapitular en cómo estaba la situación hasta hace poco y de qué manera cambió en unas semanas.
Antes de la aparición de la pandemia del COVID-19, era mayoritaria la opinión de que Trump alcanzaría sin sobresaltos su segundo mandato. La economía estaba bien y esto es medular para que el electorado estadounidense tome su decisión.
Barack Obama había capeado la crisis del 2008 y había entregado una economía en azul, que siguió robusteciéndose en manos del nuevo presidente. En paralelo, más de una decena de precandidatos demócratas no permitía vislumbrar claramente al contrincante del magnate neoyorkino que ocupa la oficina oval. Sencillamente, no había competencia.
Pero todo cambió con la pandemia. La reacción tardía y desconcertada del gobierno, la pérdida de puestos de trabajo, la desaceleración de la economía, hicieron explotar la burbuja de seguridad de Trump. Y se abrió una brecha para la alternativa.
Paralelamente, Biden supo mover sus piezas para hacerse con la nominación demócrata y contrastar con el estilo tremendista del mandatario actual, satisfaciendo así a todos los matices de su propio partido, guiñando un ojo a los independientes y halagando a los sectores más centristas del partido que actualmente gobierna.
Ahora, la pieza que faltaba en el rompecabezas parece ser la señora Harris, quien cubre los posibles flancos débiles del candidato azul.
Trump cuenta con una base sólida y fiel del electorado y se ha jugado la carta de la confrontación para mantenerla activada. Biden juega por su parte al aglutinador, al que da la bienvenida a todos aquellos que se sienten fuera de la órbita trumpista.
Se critica que el aspirante demócrata haya tenido poca exposición pública estos meses; pero hay quien lo justifica diciendo que está esperando a que el presidente se desgaste solo, a punta de sobreexponerse. Algo que no es extraño, ya que es de sobra conocido su gusto por aparecer en los medios de comunicación.
En todo caso, estamos ante otra contienda electoral apasionante y no exenta de sorpresas. Algo que todos debemos seguir, porque la suerte de Estados Unidos influye sobre la esfera continental.
David Uzcátegui.